martes, 14 de febrero de 2012

No,
yo no abandono a la soledad,
es ella la que se queda aparte.


Bastaba tan sólo la rebaja
la oscilación del beso,
que todo fuera mar
que el miedo estuviera inserto.

Bastaba que de las bocas
surgiera ardiente combustión
que de todos los caminos
a mí fuera, único su regreso.

Bastaba
pero hubo de más:
tiempo, esquinas, silencio, precio
y dos
dos,
dos...


Olimpia.(Sin incumbencia alguna)

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