Ya no hay pertinencia
ni el qué decir de las palabras,
tan sólo el rastro y souvenir
de otros nombres en la piel
con caligrafías de lenguas lejanas.
(No puede haber un segundo latido en el vientre
cuando la verdad va trashumando
a recorridos que conducen comodidad
y te pierdes periódico en mis días.)
Un portazo silencioso
se quedó en mis manos
único y deseado. Impertinente:
Aún cabe
el giro de llave que rezume oscuridad
y todos los significados
que sabes darle al silencio.
Lloverá, aténte,
pero no será en mi noche.
-ya borré todos los días-
eres tú quien relame el relato
y perezoso, realiza la resta.
con un agradecimiento indebido.
Yo, añadiré sol, no temas,
y escojeré el tiempo de mis pasados
-hipocríto- sólo amado.
Con-cedida. Olimpia.
Amenazas con la nada. Y ésa, ya la tenemos.
ResponderEliminarAmanece (tú y el alba).
No amenazo, pre-ins-cribo.
ResponderEliminarMis posesiones me delatan siempre, incluso cuando no existen. Allá las tuyas.
Me alegra verte por aquí, te pensaba en otros tiempos. Gracias.
Olimpia.